La Historia es nuestra y la hacen los pueblos

jueves, 1 de abril de 2010

El problema, ¿Qué problema?

Va a ser que no. Efectivamente, no éramos tan buenos como nos pintaban antes y ahora, pequeña putada, somos peores de lo que nunca nos llegamos a imaginar. No deja de ser un poco embarazoso que te salten por los aires eso que uno mismo se vanagloriaba en llamar “guía de viaje”. Debía ser una edición especial para mediocres, o para deficientes, quien sabe. Si recopilamos y optamos por regresar al punto de partida, comprobaremos que el chino que nos vendió la susodicha guía, el viaje a la felicidad sin peajes ni drogas, se pegó unas buenas risas a nuestra costa.

¿Qué hacemos? ¿Tenemos algún problema acaso? ¿Sufrimos de estreñimiento o de diarreas? Tal vez para empezar con fuerza tengamos que tirar de la cadena para desearle un “nice to meet you” a la primera persona del plural. Ahora que nos hemos quedado en un duelo a viceversa parece que pierde sentido ese afán de transformar en un volcán cada paso dado, ese límite llevado al segundo. No lo se. El moralismo quema pero aún lo hace más cuando, sin buscarlo, te conviertes en un agente suyo, de estos especializados en no atinar en su vida real ni una de todo aquello que declinan.

Como siempre, los mañanas edulcoran, aletargan o ponen a flote lo que ronda por dentro de uno a día de hoy. Son tres verbos, pero con diferentes matices, una vez más es palabra, matiz, que define la delgada línea que se difumina entre tener la sensación de llevar haciendo las cosas mal mucho tiempo y decir “pues no fue para tanto”. El que esto suscribe siempre ha pensado que las sensaciones son las que mueven el mundo a falta de amor, algo que podríamos sintetizar en “si piensas las cosas dos veces, no las haces”. ¿Estar al servicio de las sensaciones implica que no hay amor? ¿Al revés tampoco? ¿Punset que pensaría de todo esto? ¿Tiende a infinito la determinación de que algo pasará? ¿Podemos encorsetar la determinación con un pre- delante? ¿Algún guapo dispuesto a ello? ¿O somos meros jugadores dueños de sus movimientos pero no de la táctica en la que nos movemos? ¿Es el momento o sólo somos nosotros los que nos equivocamos de sitio?

En fin, ya sabemos que el vitalismo y la irracionalidad no van de la mano con aquello que llaman buenos ratos. A mi al menos me gustan más los neutros, esos que pintas tú. Ya que últimamente hemos usado la paleta de sombrero, toca ahora, en ese momento que no existe, desvestirse y, desnudo, de la mano tuya aunque cada día sea mas borrosa, avanzar firme hacia el mar. Cuando me sumerja y tu sonrisa me quiera seguir diciendo que estás a mi lado, susurrará alguna ola que pase en ese momento: “No será porque no te lo dijeron”. Yo no floté pero la paleta si. Alguien la recogió en una costa lejana. Le gustó y se la llevó a casa, para sus hijos o sus nietos. Después disfrutó de una buena comida y de una buena compañía. Tan fácil como eso.

Reivindicarse en sujeto es muy loable pero ser consecuente con esa condición a veces resulta más difícil de digerir. Otra frase puesta a mala leche por el subconsciente ¿Y si mejor en vez de dos veces nos lo pensamos tres? El tiempo, creo, dejó de importar ya.


Petición musical: Otra noche más (Leize)

No hay comentarios:

Publicar un comentario