La Historia es nuestra y la hacen los pueblos

viernes, 16 de abril de 2010

Treinta años después (II)

(…) Creo en poquitas cosas, el juego no da para abarcar demasiado, pero si pienso que lo que está ocurriendo con el juez Garzón huele, aparte de mal, a quemado. Mis abuelos fueron una guerra, mis padres una transición y yo, ¿qué quiero ser yo y los de mis alrededores? Podemos elegir mirar atrás, creernos que “desenterrar muertos es abrir viejas heridas”, continuar con el mismo tablero de juego, el de la edición de 1978, ese que han sacralizado los mismos que, en su constante ir a rebufo, hablaban de reforma limitada hace treinta años(y que nos encasquetaron el discurso, jódelos); un cuento que valió, no lo niego, porque se hizo aliado del miedo y templó los animos, que después de cuarenta años de paz mira tú que los rojos nos fastidian el tinglado en dos días. Se aceptaron sus leyes, sus condiciones, ganaron los socialistas en el 82, se tocaron mil puertas y nadie sabia nada de aquellos que yacían tirados como perros. Tema tabú, no los enfademos, encima que Franco nos llevó al Estado del Bienestar y ahora sus amiguetes, los que no se les indigestaba la cena entre tanta detención tanta tortura y tanta muerte, han permitido que hableís un poquito, sólo si es con el idioma y con las reglas que amanecieron el 18 de Julio, que cuarenta años dan para que calen muchas cosas en la sociedad como si fueran normales.

La otra opción, la de atender a que había pasado realmente, la de quitarse de una vez aquello que nos habían colgado, empezó a puertas del nuevo siglo, cuando esa maldita memoria, la de los que pierden, frente a la historia de los que ganan, fue la bandera de los que pensamos que, tal vez, España ya era una sociedad madura capaz de afronta aquello que cerró en falso, tantísimo dolor y tantísima humillación resulta, según parecía, en un papel escrito en libertad, si, pero con una cuartilla proporcionada por los reformistas, hijos del todo atado y bien atado (¿Cuántos muertos causó la extrema derecha en la transición? ¿Quién se acuerda de los perros de presa, brazo ejecutor de los controladores de arriba, que nunca se sabe…?). Pero no, les faltó tiempo para mentar Paracuellos, las checas, el odio de los rojos, para darle la vuelta a la igualdad en el recuerdo, a que es una parte de nuestra historia; volvieron a recordar que este partido se escribió en las reglas de un régimen que agonizaba y que se reinventó, en sus reglas, en su patrimonio mental, heredero de la guerra, tan fanático que no deja que una persona pueda darle una sepultura digna a su padre o a su abuelo. Para ello, enarbolaran la bandera de los de las morales impuestas que mentan a Cristo, la de jueces que interpretan leyes rabiosamente, siguiendo denuncias de asesinos, para dejar claro que aquí no se cantea ni Dios, no vaya a ser que se nos venga el garito encima, sacan del baúl de las esencias esa nación rancia a la que siempre han aspirado. Luego se extrañan de que hay gente que no comulgamos con su España, con la única que han hecho, a sangre y fuego, por cierto, pues no admite heterogeneidad (ahora son los inmigrantes, antes rojos y separatistas).

Un capitulo es escribió en 1978, escribamos ahora otro. Sería conveniente que profundizáramos en la España, el Estado, la Nación o lo que sea esto, que queremos. Esta claro que no van a dejarnos, tienen mucho que perder, no sólo espiritualmente. A las burocracias de partido no les interesa una sociedad movilizada pero, con el corazón en la mano y la cabeza fría, vale de silencio. Que, aunque pretendan lo contrario, podemos reclamar con la cabeza muy alta una sociedad con una memoria que no le pierde la cara a lo que paso. Pienso que es mejor construir una sociedad con el referente de la Segunda República que con el de un régimen dictatorial. Adentro me pesan los tres años que se pegó mi abuelo en la cárcel o las ostias que se llevó el otro en el cuartelillo de la Guardia Civil por capricho de algún hijo de puta. Pero eso es mi patrimonio sentimental, mi lagrima, bastante parco comparado con el que no saben donde están sus seres queridos. Lo que tengo afuera, lo que propongo, es una visión de lo que ha venido ocurriendo, la de un estudiante de 4º de Historia con un mínimo de intelecto, sin adoctrinamiento, pero si con el ejemplo de que, como dice el gran Kutxi Romero, cuando hay algo que decir, no se puedo uno callar, porque callar es morir.

Estoy seguro que prevalecerá, pese a todo, en la sociedad que construyamos, el saber que la dignidad de una persona, cualquiera que sea, alumbra más que las ideas unidireccionales, que dejan vivir a los demás porque no les queda otro remedio. Antes tuvieron coartada, al final se acabaran ahogando en su propio pasado. Es lo que hay cuando siempre vas treinta años por detrás, que al final todo te parece una amenaza, todo reabre heridas, todo va más allá de lo que se puede consentir. Más allá del desprecio que ejercen, un deseo: Que la memoria del silencio húmedo permanezca como valor de quienes, en su integridad, no tienen nada que apañar y si mucho que construir.


Petición musical: Fue mi abuelo (Benito Kamelas)

Treinta años después (I)

Cada día parece más apropiado no creer en nada, no por ser una solución fácil y esquiva de todos los debates que aliñan el día a día, mas bien porque proponerse ser fiel a una idea acabar resultando insostenible. Esta fidelidad a la que se refiere uno siempre entendida en unos cauces abiertos, no en un ejercicio de dogmatismo y cerrazon, al más puro estilo del burro adornado con unas orejeras. La insostenibilidad citada no es una claudicación, no es una firma anónima de marioneta; uno piensa, opina, respeta, escucha, se construye como persona con sus creencias y ese es un juicio crítico imprescindible, que ampara y da luz a toda la rebeldía que luego podamos construir.

Como si fuera una maldición, cuando hace cuatro años entré en cierta facultad, alguien me puso sobre aviso: “si todo va bien, cuando salgas de aquí verás las cosas con menos sangre y más perspectiva”. Creo que la profecía se ha cumplido a medias ya que, aunque soy sólo un poco menos de pedazo de carne con ojos que antes, sangre y perspectiva se ha ido de cañas juntas. La primera no es femenina por generación espontánea; siempre menudeando como por casualidad, multiplica, pone distancia (que no tierra) de por medio y te coge de la mano. Tanto que ver, que oír, nada absoluto, nada de un color fuerte; nada que huela a altar o a adoración, tú sólo contra tantas explicaciones que hacen imposible ponerle titular a nada, sólo reflexionar. ¿Entonces qué? ¿Máquinas observadoras? ¿Una forma mas perfeccionada de trono, dos pasos por encima? No señor, el corazón llega tarde, con tanta profundidad es normal, pero llega.

Ese corazón que antes nublaba las creencias propias, ahora las rescata, las hace madurar y las integra plenamente, más de lo que nunca antes lo habian estado, en ese pequeño proyecto de persona íntegra. De lanzarse contra el mundo en calzoncillos a la serenidad de saber qué aquello que defiendes merece mucho la pena; la ilusión, creo, es como la energía, no desaparece, sólo se transforma. Esa transformación merece la pena cuando se da la mano con la pausa de una idea aposentada, que sale sin miedo, pues decir lo que uno piensa es nuestro pequeño tesoro cotidiano. Si encima lo hacemos sin cortapisas de ningún tipo, comulgando con ese músculo que tanto hemos citado, puede salir el sol por donde quiera.


Petición musical: Como el viento de poniente (Marea)

miércoles, 7 de abril de 2010

Dinamita pa´l tren

La vida muchas veces se parece a una estación y no sólo por la recurrente metáfora del tren que coges, pierdes, dejas pasar o no te dejan coger. En ella se cruzan mil destinos, concisos o no, que con mas o menos prisas buscan a alguien que los espera en forma de abrazo o de beso inabarcable. Más materialmente, también la cita puede ser con nuevo trabajo, estar ante un simple lugar de paso, pasar por casualidad y, por la noche, comprobar que, de la misma manera que en esa vida paralela de afuera, todos los gatos son pardos.

En este particular ecosistema en el que, normalmente, todos buscan algo, suele pasar que se hace necesario tener algo que encontrar para no perderse en esa bruma de idas y venidas que todo lo envuelve. Sin embargo, es fácil confundir aquello que pretendes con tus propios miedos o necesidades infundidas por experiencias anteriores. Como muchas veces hasta tus pasos te engañan, al final, si tienes la suerte de que camino al andén se te cae algo del bolsillo, cuando te agaches y veas a dos palmos el suelo, puede que incluso te de por preguntarte cosas. Seguramente, después de un par de minutos de esto, no distinguirás entre un tren y un carro de caballos. Tal vez el mejor consejo que te inspire sea meterle dinamita al tren; no hace falta que tú te inmoles, que es de cobardes, y tú no lo eres, ¿o no te acuerdas?

Entre el tren y el carro de caballos está el autobús, por cierto. Da menos juego que el tren (no es lo mismo correr por un andén sobre el que cae el sol de media tarde que tropezarte con el fardo en alguna dársena con olor a meados) pero en el fondo, tu eliges donde quieres ir. El destino y el acompañante los trae el viento. Mejor que el viento, tus pasos, esos mismos que te engañan. Aunque ellos no tienen la culpa de todo. Ni era intuición, ni impulsos, ni jugársela en el último ataque, ni siquiera imaginarte todo de sonrisa y media. Era mucho más fácil.

Te espero afuera echándome un piti, que ni las estaciones son ya lo que eran.


Petición musical: Juegos ocultos (Barricada)

lunes, 5 de abril de 2010

A medio camino entre los árbitros y el conformismo

Después de unas necesarias (y numerosas) horas de sueño, con el cuerpo más templado, me he conectado a Internet en busca de las huellas que ha dejado en los periódicos de tirada regional el partido del CAI ayer. La eliminación en cuartos de final de la copa EHF transcurre a través de dos hipótesis de trabajo, según lo visto: Mientras Raúl Lahoz, eterno mangurrián, lo achaca al arbitraje e incluso eleva tintes a corporativismo alemán en la Federación, Raquel Machín, en una perspectiva más fría, analiza el partido correctamente aunque, en mi opinión, con una cierta inclinación a pensar que esta historia ya estaba escrita de antemano. Yo, a lo Tony Blair, me atrevo a abrir una tercera vía, espero que con mejores resultados.

En primer lugar, hay que felicitar al equipo. La foto de la desolación que publica Heraldo (http://www.heraldo.es/uploads/imagenes/_9459877_249e09bc.jpg) es la más viva imagen de un conjunto que ayer se dejó toneladas de corazón en la pista. Así se puede caer, con la cabeza bien alta. No deja de ser un topicazo pero por ello no menos cierto. Cuando alguien da todo, bien lo sabemos aquellos que practicamos deporte, no tiene reproche posible. Sólo apostaré por una nota discordante: Ya cuando sucedió la polémica del tiempo muerto del Lemgo, a falta de un minuto y con la eliminatoria decidida, con la sangre hirviendo tuve la sensación de que los reproches de los jugadores del CAI a esa actitud y la posterior trifulca no era lo adecuado a un saber perder. Me explico: La reacción ante la chulería alemana del tiempo muerto es perfectamente entendible y es otro ejemplo de la rabia que se siente ante una provocación después de una enconada lucha. Sin embargo, ya que ellos habían dejado claro que no saben ganar, deportistas de pocilga, vamos a demostrar nosotros que si sabemos perder y en vez de liarnos a palos, vamos a jugar a muerte el último minuto y a ganar de tres mejor que de dos. En definitiva, comulgo con lo expresado por Mariano Ortega en la de presa, a mi tampoco me ha gustado la actitud del equipo en el último minuto, nos hemos puesto a su altura. Es entendible, no justificable.

En segundo lugar, consideremos la eliminatoria en su conjunto con unas cuantas pinceladas. A priori, éramos inferiores, pues estábamos ante un equipazo, a Dios lo que es de Dios… Pese a ello, en los ciento veinte minutos de eliminatoria nos hemos ido a casa por diez malos, bendita regularidad. Olvidémonos de focalizar los males en los árbitros. No digo que no tengan su parte pero no son el “Deus ex machina” en mi opinión. Allí, en Alemania, el equipo debía manejar unas quinielas, siempre en mí opinión repito, de no más de cinco goles de desventaja. Hasta el minuto cincuenta, seguíamos en cuentas, con más merito si cabe después de haber empatado tras un mal inicio, ya que entrábamos tres abajo. Diez minutos finales que con una serie de pérdidas en ataque les permitieron fusilarnos al contraataque y llevarse un botín muy preciado: Siete goles. Esos diez minutos grises se revestían de losa insalvable para el partido de vuelta. ¿Por qué? Porque otra clase acelerada de épica a orillas del Ebro necesita de un partido más que perfecto si el que tienes enfrente se llama Lemgo (si, un equipazo, nivel Ademar o Valladolid en Asobal). Los señores del silbato no dudo que fueran caseros y dejaran dar a los alemanes más palos de los permitidos, no vi el partido para aseverarlo; contra eso poco podemos hacer. Ciertamente, si nosotros nos podemos a defender a un nivel más agresivo, con toda seguridad vamos a ser más castigados que ellos, por desgracia casero y equitativo son antónimos. Sin embargo, el físico creo que también nos hizo llegar con pies de barro al final y esas pérdidas de balón en ataque me huelen a las del día contra Ciudad Real en esta última copa del Rey, ese momento en el que hace falta un jugador grande que asuma responsabilidades. En fin, la realidad es poliédrica, no nos escudemos detrás de un único factor, por real que sea.

En tercer lugar, movemos el objetivo a la vuelta, ese partido colocado con mucho tino en un Domingo de Resurrección. Empeñados o empujados, pero dispuestos a nadar contra corriente, a pegarnos contra el mundo y parte de la luna. En el ambiente resonaban los timbales de victoria contra el Trimo o el nivel mostrado contra el Ciudad Real hace apenas una semana. De nuevo, la gente respondía, alrededor de cuatro mil personas con ganas de empujar, de gritar (que se grita en Zaragoza más de lo que alguno se piensa), de hacer sentir, el consabido octavo jugador que podía hacer patente una superioridad con llave a las semifinales. Respecto a la dialéctica afición/ presión- arbitraje, me temo que Zaragoza no responde a las coordenadas geográficas turcas o griegas, ni siquiera conquenses (menos mal, vaya banda de impresentables estos últimos), de manera que, con nuestras civilizadas limitaciones, pienso que la fuerza de la grada se hizo presente. Otro elemento irreprochable, uno más. Y otra cosita a tener muy en cuenta responde al nombre Michael Krauss, porque suele dar la casualidad que a este tipo de jugadores les da igual mil que diez mil gargantas. Cuando piden el balón, sólo ven las mallas de la portería y, para desconsuelo de nosotros sus rivales, no padecen de miopía. Si, es increíblemente bueno, y, es de cajón, lo se, a nosotros nos falta uno de esos, el faro que emite luz aun cuando la tormenta arrecia. Ayer, ya estilete ya guardaespaldas de esa otra maquinorra llamada Glandorf, se las apañó para manejar a la perfección los tiempos de sus ataques y culminarlos con éxito. ¿Defendimos mal? No, jugamos a un nivel sobresaliente, atrás y adelante, cerramos el martillo que nos había fundido en la ida, el amigo Preiss. Eso nos constó ceder muchas veces ese mínimo espacio que necesitan gente excepcional como Glandorf (excepcional si, que no nos las enchufaba cualquiera, no se nos olvide) para que la primera línea nos atornillara. ¿Una mixta sobre el alemán con ese genio que responde al nombre de Amadeo Sorli? Tal vez, sobre todo cuando el alto nivel físico y técnico del partido nos decantó las primeras ventajas palpables por defecto de ellos (y continuado exceso nuestro), tres y cuatro goles, allá por el minuto veinte. Sinceramente, los tuvimos muertos, ese fue el momento. Ellos no se lo esperaban, siempre tan altivos, y se veían cuatro y cinco goles abajo antes del descanso, la gente arremangada y un Abel Lamadrid al que sólo le deseo un futuro como sus ganas. De momento, está en el camino, porque los movimientos que tuvo ayer en ataque muestran una progresión excelente del cantabro. Antes, Arrhenius había hecho un trabajo inconmensurable generando espacios para una primera línea capitaneada por el multiplicador Ruiz Casanova y un Antoñito Cartón en enésima potencia desde la esquina. Ellos tocados, muy tocados, nosotros bailando agarrados con la eliminatoria, lo teníamos todo para ligar, pero en el camino se nos quedaron los detalles, esos que distinguen a los perfectos de los que meten cabeza en la Historia. El contra ataque de Grebenar, los dos penaltys que regalamos, el gol de Maqueda que decidieron no dar porque sí, Arrhenius errando desde seis metros…. Cuatro goles al ecuador; a los alemanes la muerte les había susurrado al oído, pero era sólo eso, un temblor vago. Y una amenaza para nosotros en forma de portero, Lichtlein, que había salido con duende (tres paradones seguidos). Los vestuarios podrán hablar pero la sensación de haber dejado algo en el aire cuando te estás jugando hasta la ultima gota de oxígeno era algo que pesaba. Mejor dicho, les habíamos cedido parte de nuestras creencias a los alemanes.

Pero no, a esta gente no hay que darle ni la hora. El que esto escribe creía que aun teníamos la última baza, la resurrección de ese navarro transfigurado en San Fermín, un Iñaki Malumbres que, como otro jugador de primerísimo nivel que es, se crece cuando todo pinta mal. No había cuajado una buena primera parte y aún así estaban a cuatro goles… blanco y en botella. Sin embargo, Mariano apostó por Pablo Hernández. Es fácil abrir a toro pasado, demasiado fácil incluso, pero no se si fue un cambio acertado. Iñaki se fue del partido, algo reprochable sin duda alguna, y Pablito no las olió. Ellos salieron enchufados en defensa, cubiertos por un portero enrachado, y lograron estabilizar las diferencias en un par de goles durante casi toda la primera parte de la segunda mitad. Ahí se nos fue la eliminatoria. Volvería Malumbres, volvería a crecer la defensa, volverían los fallos esos que se oponen a cualquier tipo de milagro, también las ventajas al filo de lo imposible, pero los músculos empezaban el proceso de recalentamiento y sólo con los latidos los lanzamientos no llevan la fuerza suficiente. En otro partido, nos habría valido para una victoria de gran calado. Hoy hacía falta más, entre todo nos pusimos el límite en el terreno de los sueños. Como ejemplo valga los ataques realizados durante los últimos diez minutos, con los alemanes aguantando el chaparrón de unas embestidas cegadas de dolor, ese dolor de ver que algo se evapora entre tus manos. Todos sabemos como acabó la película. Y seguro que también sabemos que la ovación no fue gratuita. No se Mariano, alguna rotación mas… Koch- Hansen para ayudar atrás y tener frescos a más gente. Preguntas para el aire.

Por último, el horizonte. Seamos prácticos, esto se acaba, apenas quedan siete jornadas y estamos en ventaja para ser cuartos, lo que sería una campanada de dimensiones considerables. Jugando como ayer, si, es posible. Tenemos otras sietes finales, otros sietes Lemgos a los que enseñarles, tirando de casticismo, que Zaragoza no se rinde. El plano físico va a ser vida en este final de temporada. Creo que Mariano sabrá levantar y catalizar todo el cúmulo de sentimientos y aspiraciones que han quedado flotando después de este partido. Ademar tiene que venir aquí con el amigo Doder, vamos a recibirlo como se merece después de tomarnos el pelo durante un año entero. Granollers y Antequera son dos salidas donde se tiene que demostrar cual es nuestro escalón. Construyamos el futuro con ayer de cimiento, que merecerá la pena.


Petición musical: ... Andalucía entera (Reincidentes)

jueves, 1 de abril de 2010

El problema, ¿Qué problema?

Va a ser que no. Efectivamente, no éramos tan buenos como nos pintaban antes y ahora, pequeña putada, somos peores de lo que nunca nos llegamos a imaginar. No deja de ser un poco embarazoso que te salten por los aires eso que uno mismo se vanagloriaba en llamar “guía de viaje”. Debía ser una edición especial para mediocres, o para deficientes, quien sabe. Si recopilamos y optamos por regresar al punto de partida, comprobaremos que el chino que nos vendió la susodicha guía, el viaje a la felicidad sin peajes ni drogas, se pegó unas buenas risas a nuestra costa.

¿Qué hacemos? ¿Tenemos algún problema acaso? ¿Sufrimos de estreñimiento o de diarreas? Tal vez para empezar con fuerza tengamos que tirar de la cadena para desearle un “nice to meet you” a la primera persona del plural. Ahora que nos hemos quedado en un duelo a viceversa parece que pierde sentido ese afán de transformar en un volcán cada paso dado, ese límite llevado al segundo. No lo se. El moralismo quema pero aún lo hace más cuando, sin buscarlo, te conviertes en un agente suyo, de estos especializados en no atinar en su vida real ni una de todo aquello que declinan.

Como siempre, los mañanas edulcoran, aletargan o ponen a flote lo que ronda por dentro de uno a día de hoy. Son tres verbos, pero con diferentes matices, una vez más es palabra, matiz, que define la delgada línea que se difumina entre tener la sensación de llevar haciendo las cosas mal mucho tiempo y decir “pues no fue para tanto”. El que esto suscribe siempre ha pensado que las sensaciones son las que mueven el mundo a falta de amor, algo que podríamos sintetizar en “si piensas las cosas dos veces, no las haces”. ¿Estar al servicio de las sensaciones implica que no hay amor? ¿Al revés tampoco? ¿Punset que pensaría de todo esto? ¿Tiende a infinito la determinación de que algo pasará? ¿Podemos encorsetar la determinación con un pre- delante? ¿Algún guapo dispuesto a ello? ¿O somos meros jugadores dueños de sus movimientos pero no de la táctica en la que nos movemos? ¿Es el momento o sólo somos nosotros los que nos equivocamos de sitio?

En fin, ya sabemos que el vitalismo y la irracionalidad no van de la mano con aquello que llaman buenos ratos. A mi al menos me gustan más los neutros, esos que pintas tú. Ya que últimamente hemos usado la paleta de sombrero, toca ahora, en ese momento que no existe, desvestirse y, desnudo, de la mano tuya aunque cada día sea mas borrosa, avanzar firme hacia el mar. Cuando me sumerja y tu sonrisa me quiera seguir diciendo que estás a mi lado, susurrará alguna ola que pase en ese momento: “No será porque no te lo dijeron”. Yo no floté pero la paleta si. Alguien la recogió en una costa lejana. Le gustó y se la llevó a casa, para sus hijos o sus nietos. Después disfrutó de una buena comida y de una buena compañía. Tan fácil como eso.

Reivindicarse en sujeto es muy loable pero ser consecuente con esa condición a veces resulta más difícil de digerir. Otra frase puesta a mala leche por el subconsciente ¿Y si mejor en vez de dos veces nos lo pensamos tres? El tiempo, creo, dejó de importar ya.


Petición musical: Otra noche más (Leize)