La Historia es nuestra y la hacen los pueblos

domingo, 28 de febrero de 2010

Blancos, negros y grises anaranjados

Sucede que algunas veces enfrentas el fin de semana con ganas de darle relación lógica a aquello que no son más que variables particulares, es decir, que más bien, haciendo justicia a la realidad, te dedicas a hacer conexiones idiotas entre cosas que no tienen nada que ver.

Por ejemplo, ¿Nadie se ha parado a pensar lo interesante y lo buenísimas que resultan las canciones que estás oyendo por el reproductor musical en el momento que te tienes que ir y dejar de escucharlas? En cambio, cuando no tienes nada que hacer en perspectiva, esas mismas canciones pierden su fuerza y te dedicas a pasar cansinamente a la siguiente sin dejar que duren poco más de un minuto. En esta estética de identificación de efímero con bonito, a uno se le ocurrió que, ya puestos, se podría ligar por un nexo sólo visible por quién realice esa unión un par de vivencias estancas en el ser y el sentir de quien esto desliza.

Hace una semana y pico, algún santurrón tergiversó a San Fermín y, con unos galones pintados de amarillo, se bajó por estos barrios para encorrer con sus amigotes a la chavalada eslovena que tan echada para adelante se había mostrado al calor de su hogar. Una vibración colectiva positiva, de eso que entienden tanto los místicos, ascendió por el pabellón renombrado de fraude que preside Zaragoza y le tocó en la jeta a un joven que al día siguiente madrugaba para lanzarse en medio de una horda y de una colección de barro y airecillo de la Sierra. El susodicho joven, poco dado a resumir creencias extrañas, confió que su sonrisa se alargaría para la batalla que esperaba y, efectivamente, pateando en el culo a todos los cientifistas aficionados a racionalizar hasta sus visitas al WC, se calzó a tres cuartas partes de sus rivales allá por la tierra del buen vino y el mejor porte.

Ya puestos, una semana pueden ser dos. Otra visita del mago mitad ente divino mitad “borroka” venido a menos, nueves castañas para que nuestra amistades logroñesas duerman caliente por la noches, otra piña y otra consecuente vibración que afila cuchillos para el domingo. En esas promesas felices andábamos cuando pudimos notar que la espalda pesaba demasiado. No lo hacía por sobrepeso, sino por simple colación de banalidades pasada, de empeños que comen por dentro. Si a esto le unimos mocos rebeldes, tenemos una potencia muy peligrosa. Tal vez nuestro joven amigo tenga tiempo de seguir creando relaciones en base a las teorías de Mickey Mouse. Para pasar el rato no están mal. Sin embargo, no sería mala idea valorar que se tiene y por qué se tiene, echando asfalto sobre los abismos imaginarios y, sobre todo, voceándole en esa cabeza dura que todo consiste en disfrutar. Lo demás son números, los cuales sirven para casi todo menos para enjaular los estados anímicos.

Esta vez no habrá L´ Ultim Combat. Seguro. La tralla continuará, y no sólo en el barro, faltaría más.


Petición Musical: Y Pare Madrid (Sínkope)

lunes, 15 de febrero de 2010

Testamentos, exámenes, palabras mágicas y algún milagro para el sábado

Hemos sobrevivido al mes mas corto y que más se esfuerza en birlarnos las ganas de vivir. Porque Febrero se metamorfosea en exámenes y éstos solo se entienden en términos de supervivencia, cada año más acendrados y más al límite, o, al menos esa debe ser la sensación que se te queda siempre que acabas; lo que ocurre es que de la última vez no te acuerdas ya.

La quiniela del alzheimer nos puede tocar por varios motivos, ya sea por esa incontrolable tendencia de bañarnos en liquidos graduados en cuanto cruzamos el umbral del último examen ya sea por la necesidad de sujetar con celo las tinieblas en las que estamos envueltos, esas en las que las pruebas escritas son sólo una droga dura para dar esperanza, una esperanza que mata en vida a cambio de una muerte que prolonga la existencia propia. No deja de ser curioso.

A lo que íbamos, exámenes y contiguamente olvido sistemático. Pero, ¿olvido de qué? Los problemas y las presiones se han desvanecido, pues ya no tienen solución. Realmente igual no es términos de olvido donde se esta labrando la jugada. A fin de cuentas, pasar un buen rato no necesita de excusas grandilocuentes. Sin embargo, ahora que los dias van desperezándose un poquito más cada veinticuatro horas que pasan y el horizonte parece querer señalarnos una vida (¿o era una repetición?) esperándonos apoyada en la marquesina de alguna parada de autobús, melena a media espalda, la horrorosa sensación de ese camino que tiende a infinito cada vez que proclamas un paso en sus venas y aristas es omnipresente.

No sabemos ni de oportunidades ni de señales que nunca llegamos a ver. Solemos interpolar nuestras propias ideas con una contexto a partes igual real y figurado implicando como resultado un juego de espejos deformados que nos llevan a la nada más absoluta. Por eso, hasta los bohemios más recalcitrantes, acaban entendiendo en sus composiciones que volcar la sangre en un vaso y en unos labios que nos ofrecen guarida a nuestros miedos, a nosotros como vuelos individuales, mutables pero permanentes, nunca dejará de ser un camino que también oposita a vida.
Frente al riesgo de tergiversar para hacerse creer patrón de amilbarados instintos o simplemente para no reblar, ahora más que nunca, siempre podremos escondernos en una montaña de libros, en una convocatoria extra para desertores. Si en vez de estos picos, se está más por la labor de significar un tipo de sufrimiento para hacerlo fin en si mismo, otro día nos lanzaremos a la yugular de esta locura. Por cierto, yo no tengo el número pero si alguien que lea esto si, que le de un toque para el sábado por la tarde a esa cosa neutra que se sienta en las nubes, que hay nueve goles que levantar. Se os quiere, aunque demasiadas veces no lo parezca y otras tantas no se sepa.


Petición musical: ¡Rueda, fortuna! (Héroes del Silencio)