La Historia es nuestra y la hacen los pueblos

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Un octubre del calendario

No me cabe duda de que viniste porque sabías que la respuesta, al menos, no sería negativa. A un año vista, con un poco de casualidad, hemos revoloteado por aquellos escenarios intercalados que parece mentira que una vez pisáramos. Sin ganas de teorizar sobre lo que podríamos hacer que significara un olvido, me he dado de bruces con la profanación de una memoria que, a fin de cuentas, como todas, moldee a mi antojo. Se porque viniste pero desconozco quién o qué te puso en camino. Me imagino que no es tema de voluntades y ni siquiera haré mención de aquello que llamamos buenos propósitos, carne de obsolescencia. Tampoco me importa un ápice el resultado: No porque un miserable billete merezca una lastimera consideración sino porque queda empequeñecido por la duda de lo cómoda que puede permanecer una persona que toca y tira algo que, aunque sea un tiempo cercano a la no existencia, una vez fue.

Los hombres de honor lo llamaran vergüenza torera. En este pequeño lar lo pensamos en forma de tristeza simplemente, de saber si merecía la pena pasar por encima de una buena fe que no es gratuita, pues está construida en aprecio y en recuerdos, buenos, sangre que circula y no había porque molestar. Hoy puedo decir que sólo me queda la mirada de la desilusión, producto normal cuando uno no alcanza a comprender donde se esconden esas miserias que acaban por hacer invisible. Tal vez en un pico de droga, tal vez en una mentira con adornos reales. Desde luego, me resultan indiferentes cuando el relato, tu relato, adolece de lealtad al que se lo cuentan. Una mención aparte merecería el imaginario que compone y delimita ese relato, pero no es este el sitio ni hoy la hora.

Pienso que no quiero trastos. Corre un equívoco el que cree que es curiosidad. Y juega a ganar el que sabe que, a riesgo de besar a oscuras, no hay por el medio risas basadas en el celibato ajeno y ganas de hacer daño. Para ti quedan tus razones y la concepción de tus sueños, pero los octubres hay que disfrutarlos, como una vez me deseaste. Aquel lo adquirí en propiedad y, desde entonces, las vicisitudes, mil y muchas, me harían pensar que sigo en el punto de salida. Es posible que no me llegara a ir de el. Nada más lejos de la realidad, en la que decidí militar y en la que tu no quisiste participar. No se van a parar los relojes, ni habrá maldiciones de por medio, pero, como el calendario que cerró hace un par de días, es todo mucho más fácil. Decidiste dejar de leer las actualizaciones. Decidiste pasar de página. La única duda que contempló es la de si querías porque, si no lo sabes te lo digo yo, merecer no merecía ni la pena. Era cuestión de alegría.


Petición musical: Jose Repúblika (Skalariak)

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