La Historia es nuestra y la hacen los pueblos

lunes, 2 de agosto de 2010

Descontrol, deseo, desorden

Celebremos Zaragoza cuando la canícula se ceba con ella. Huyamos durante un breve rato, siempre tendremos la puerta abierta, las llaves son nuestras. Busquemos asilo político a la sombra de una niebla caprichosamente colocada en los confines verdes del reino. Sólo entonces, en medio de acentos abrochados y pasión traducida sobre dos ruedas, tendremos un motivo para pensar que viajar no consiste únicamente en transitar de un sitio a otro. Si cambiamos de escenario, cerca de esa tierra prometida y azul, a un rato de las vías del tren y con una buena excusa por compañera, tendremos igualmente la oportunidad de ser valientes, de completar esos halos del reloj que este año han quedado pendidos de un sitio que no hemos sabido encontrar. Sin guión y sin actores, sin música de la que acordarnos, con la luna de picos pardos en esa piragua que llamamos mar, por un momento, después de todo, parecía que si se podía. Han cambiado muchas cosas, de unas nos hemos dado cuenta y de otras no, pero quema los ojos y la garganta percibir que algo tendrá la condición de ser, pese a todo. Cuando las posturas quedan indefinidas, siempre se puede montarte mil historias, que con alguna acertarás. Curiosamente, no han mutado mis ideas y como recompensa, uno se siente en paz consigo mismo. Pase lo que pase, Portugal espera.


Petición musical: Ruido (Joaquín Sabina)

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