Fin. Bajo de ese misterioso convoy que me ha llevado hasta el infinito. No se realmente ni que lo que piso o cuanto puede durar cada metro que avanzo. El tiempo decidió consumirse hace tiempo en polvo. La nebulosa que desfila por el horizonte como un abrazo con cara de asco entre el suelo y el cielo deja de existir a cada movimiento que hago. Distorsión absoluta sin correas en forma de segundo. ¿Dónde me voy a sentar si ni siquiera hay suelo?
A veces el fin está situando caprichosamente más allá del último pueblo que nos podamos imaginar. Solamente un atmosfera de vacío, de precipicio y de negación. Ese mismo vacío que nos ha revestido con sus galas nada mas finalizar el último impulso. Impulso a un papel, a una nota, a una burocracia, es decir, a una antítesis de todo aquello que merece la pena. La misma pesadilla repetitiva que amenaza con dejarme a oscuras y me ahoga hasta que grito, pero grito ritualmente: Tres veces, en sonido ascendente, un breve “eh”. El otro día, en el enésimo escenario con el mismo final de todos los días, me dio por pensar que igual era un mensaje en clave al recuerdo, también, ¿por qué no?, al cambio, a miedo que genera.
Pero es que todo esto esta tan trillado, tan consabido, que aburre y a veces hasta da escalofrío asumir como cotidiano el suelo tembloroso, aquella pisada que no marca la huella ni tiene lugar. Contra estas cosas viven las revoluciones, con aquello que nos hacen pensar como regalo cuando es horca. No me quedo como estoy, quiero estar como me quedé antes de que empezara a jugar la selección de futbol y se nos olvidara el navajazo al fondo a la derecha que nos ha clavado al neoliberalismo. Aún no me ha quedado claro si esto es una nebulosa o un confesionario y si tal vez los esquemas usados hasta ahora valgan tanto como la estela de Naram Sim y sus montes Zagros. Los salvadores nos ha demostrado la Historia como acaban: Iluminados. Luz. Peligro. Los sueños a oscuras no están de decoración y cada grito, me atrevería a interpretar, son las oportunidades que pasan. ¿Quién espera a quién? ¿Ellas a mi? ¿Yo a ellas? ¿Esperar?
Quien dice oportunidades dice sitios. O personas. O vida. Mientras tanto, grita.
Petición musical: A la sombra de una mentira (Rosendo)
La última patada
Hace 9 años